El siglo XXI, es el escenario de las consecuencias de un estilo de desarrollo extractivo, intenso en el uso de combustibles fósiles e inequitativo; producto de éste se experimenta cambios ambientales globales, conformando “sociedades en riesgo” debido a que los mismos se presentan en un punto de inflexión a una velocidad que supera procesos naturales de adaptación y están forzando a presiones que profundizan las brechas de extrema inequidad y deterioro para la vida humana y su entorno.

Las estructuras de los Estados, los éxitos del “desarrollismo”, la modernidad y el comportamiento social “post moderno” aceleran procesos de degradación ambiental y alteran el sistema climático mundial, encontrando la vulnerabilidad existente en sus dimensiones: física, social, económica y ambiental. Por tanto, las decisiones en el ámbito internacional tendrán su efecto en las consecuencias en los diferentes países. Las políticas internacionales para estabilizar el sistema climático tienen el desafío alcanzar reducciones significativas de gases de efecto, invernadero especialmente al interior de su países.

El calentamiento global es inequívoco, como se evidencia a partir de los cambios observados del promedio mundial de la temperatura del aire y del océano, el retroceso glaciar y el incremento del nivel medio del mar.

La relación entre cambio climático y desarrollo es de influencia mutua: el cambio climático amenaza la sostenibilidad del desarrollo e incrementa la exposición a extremos emergentes; mientras que el desarrollo genera alteraciones en las concentraciones mundiales de gases de efecto invernadero, rompiendo el balance energético del planeta, construye socialmente la vulnerabilidad y su encuentro representa poblaciones desplazadas, infraestructura destruida, pérdidas en la producción, mayor pobreza, pérdida de oportunidades e inequidad.

El Estado Plurinacional de Bolivia se sitúa entre los países con los más altos niveles de inseguridad alimentaria en la región; debido a que gran parte de la población rural en los municipios más pobres, tiene como principal fuente de ingreso la agricultura y la ganadería; actividades predominantemente dirigidas al autoconsumo. Donde reducciones en su producción afectará fuertemente la disponibilidad y acceso alimentario. Las repercusiones del cambio climático en la producción, se evidencian a partir de la reducción de las superficies cultivadas, sucesivas pérdidas debidas a eventos climáticos extremos más intensos y cambios crónicos que provocan la pérdida del potencial productivo de los suelos.

La salud humana es afectada de forma directa e indirecta por el cambio climático y los procesos de variabilidad natural del clima. Los efectos directos están relacionados fundamentalmente con los “eventos extremos” donde existe daños directos inducidos por su ocurrencia: enfermedades diarreicas asociadas a inundaciones, sequías y las recientes olas de calor que en el ámbito internacional han significado pérdidas humanas de gran magnitud. Como efectos indirectos tienen incidencia sobre “los factores determinantes de salud”, haciendo más compleja la situación sanitaria del país, particularmente en enfermedades sensibles al clima, sean estas: endémicas, emergentes, re-emergentes o nuevas.

Frecuentemente los brotes de malaria, dengue, Chucungunia y las enfermedades diarreicas agudas son amenazas permanentes a las poblaciones vulnerables urbanas y rurales; donde los servicios de salud no alcanzan a cubrir los requerimientos de la población. Impactos del Cambio Climático sobre los Recursos Hídricos, son los responsables de cambios del ciclo hidrológico, dando lugar a excesos o déficit de precipitación con una distribución temporal anómala. La misma que incide en la disponibilidad de agua en distintas regiones del país; producto de esto, se registra con mayor frecuencia intensas sequías, incluso sin la presencia de eventos “El Niño/La Niña”. Por otra parte, se pierden anualmente importantes masas de hielo en los glaciares de alta montaña por la elevación de las temperaturas, experimentando un retroceso de los mismos; lo que incrementa el caudal en ríos en época de lluvia y contrariamente acentúa las reducción de caudales en la época de estiaje, factor que afectará significativamente la disponibilidad de agua en centros poblados para consumo y probablemente se vean afectadas las plantas generadoras de energía hidroeléctrica en un futuro. Sin embargo, el uso inadecuado de los recursos hídricos incrementan la falta de agua existente y se hace necesario que los sectores que generan aguas residuales en el sector industrial, energético y minero realicen tratamiento de aguas; acciones que permitirán la reutilización de las mismas.

Los ecosistemas se ven alterados por cambios en la temperatura y los regímenes de precipitación producto del efecto invernadero incremental, presentan alteraciones en la distribución y composición de los ecosistemas, implicando pérdida de la diversidad genética y el valor económico de los bosques. Adicionalmente, las presiones antrópicas sobre los recursos forestales aceleran más los procesos de degradación de los ecosistemas. Estos impactos, dan lugar a una serie de problemas resultado de un desequilibrio de la armonía de sus componentes. Los sistemas naturales, sufren acelerados procesos de degradación, debido a cambios súbitos en el comportamiento climático, incidiendo sobre la reducción de los depósitos naturales de carbono y produciendo emisiones de gases de efecto invernadero por descomposición de biomasa, condición que afecta la capacidad de proveer funciones ambientales diversas. Los procesos de adaptación de las especies y de los ecosistemas son dinámicos. Sin embargo, el cambio climático y los procesos de interrelación de los componentes del sistema climático por alteraciones en la composición atmosférica, son dados en períodos muchos más cortos a los observados en tiempos geológicos, los mismos que no dan lugar a que los mecanismos de adaptación naturales (resiliencia) puedan responder al mismo ritmo, por lo que muchas especies se encuentran en permanente amenaza de extinción. La conversión de bosques y praderas constituye un importante contribuyente a las emisiones nacionales de gases de efecto invernadero. Adicionalmente, también contribuye a incrementar la vulnerabilidad por la fragmentación del hábitat, pérdida en la cobertura de bosques y proceso de degradación de otros tipos de vegetación en los diversos ecosistemas.

Desde la unidad cambio climático ambiente y salud del Instituto Boliviano de Biología de Altura se pretende dar un espacio a los documentos producidos por el Programa Nacional de Cambio Climático. Por lo expuesto, la vulnerabilidad social y particularmente la sanitaria, tiene origen multifactorial y responde a múltiples determinantes, sociales, ambientales, económicos, políticos y culturales, superando el tradicional enfoque epidemiológico para identificar los resultados en salud. En suma, los cambios en la transmisión biológica, ecológica, política, social y económica (migraciones, ingresos, saneamiento, desnutrición, etc.) subsecuentes al cambio climático y a su variabilidad, producen cambios epidemiológicos que modifican el comportamiento, presentación y extensión geográfica y altitudinal de las enfermedades sensibles al clima.